Déjenme sola
por favor, lo suplico
deseo con desasosiego embarcarme
hacia lugares preferentemente desconocidos.
Déjenme sola
mientras busco algún nogal
que me brinde un rato tierra firme
y sus ramas para llorar.
Déjenme sola, les digo
que en el refrán está declarado:
“quien se va sin que lo llamen,
Vuelve sin ser echado”.
Déjenme sola, ya termino
dos o tres plumas me quedaron desparramadas por el piso.
¿Recuerdan cuán crueles fueron
cuando arrancaron las alas que hubieran evitado este exilio?
Y ahora que estoy sola
llegando a la inexistencia
puedo asegurar que ni mendigando amor
se quita aquel cuadro
pintado con dos manos de indiferencia.