No me obligues a salir, porque no me vas a conocerme, sino a la bestia que se apodera de mí. La que con sus garras araña mí mente provocando miedos y temblor en mis manos. Cuando salgo me falta el aire haciendo que me cueste respirar y luego comienzo a sudar y ya no sé si la bestia soy yo. Por favor, no me hagas salir.